Existe una marcada diferencia entre ser asertivo y ser agresivo. Todo se reduce a la confianza. Ser asertivo consiste en defender su posición, expresar respetuosamente sus opiniones y no retroceder cuando cree en algo. Es un rasgo que define a las mujeres que se defienden con confianza. Sin embargo, ser agresivo consiste más en imponer sus creencias a los demás, muchas veces sin tener en cuenta sus sentimientos o puntos de vista.
La clave aquí es el equilibrio. Y las mujeres empoderadas que saben defenderse han dominado este arte del equilibrio. En este artículo exploraremos estas características definitorias y cómo moldean el comportamiento de las mujeres seguras de sí mismas.
1) Confianza en ti misma
Toda mujer que se mantiene firme frente a la adversidad tiene una base sólida de confianza en sí misma. No se trata de ser arrogante o engreída. Más bien, se trata de confiar en sus habilidades, sus decisiones y su camino en la vida. Se trata de conocer su valor y negarse a permitir que otros la subestimen.
Las mujeres seguras de sí mismas no dudan de sí mismas constantemente. Toman una decisión, la mantienen y asumen la responsabilidad de los resultados. No rehuyen defender lo que creen, incluso si eso significa ir contra la corriente. Esto no significa que nunca tengan dudas o miedos. Pero optan por abordarlos de frente, en lugar de dejarles controlar sus acciones.
La confianza no es algo con lo que se nace. Es un rasgo que se construye con el tiempo. Entonces, si eres una mujer que busca defenderse con confianza, comienza por cultivar tu confianza en ti misma.
2) No temas decir “No”
La asertividad es otro rasgo fundamental de las mujeres que se defienden a sí mismas con confianza. Recuerdo un momento de mi vida en el que tuve que aprender esta lección. Tenía un trabajo muy estresante, hacía malabarismos con múltiples responsabilidades y constantemente me pedían que asumiera más trabajo.
Tenía miedo de decir “no” por temor a que me consideraran inútil o, peor aún, incapaz. Pero un día me di cuenta de que no poner límites estaba afectando mi salud y mi bienestar. Entonces, decidí practicar decir “no”. Las primeras veces fueron difíciles, pero con el tiempo se hizo más fácil. ¿Y adivina qué? La gente respetaba mis límites.
Las mujeres que se defienden comprenden el poder del “no”. Conocen sus límites y no tienen miedo de comunicarlos. Se dan cuenta de que decir “sí” a todo no es una señal de fortaleza o competencia. De hecho, suele ser lo contrario. Aprender a decir “no” es empoderador y es un rasgo que toda mujer debería adoptar para poder defenderse con confianza.
3) Acepta tu singularidad
Cuando se trata de defenderse, las mujeres seguras de sí mismas no sienten la necesidad de encajar en un molde o seguir normas sociales. Se sienten cómodos consigo mismos y aprecian su individualidad. Estas mujeres se dan cuenta de que su singularidad no es una desventaja sino una ventaja.
Son dueños de sus peculiaridades, sus fortalezas, sus debilidades y todo lo que los hace quienes son. Entienden que hay un poder inmenso en ser diferente y no tienen miedo de demostrarlo.
4) Cultiva la resiliencia
La resiliencia es un rasgo fundamental de las mujeres que se defienden con confianza. La vida está llena de altibajos y cualquiera puede tener confianza cuando las cosas van bien. Pero la verdadera prueba llega cuando enfrentan la adversidad. Las mujeres resilientes no se desmoronan bajo presión ni se dan por vencidas ante la primera señal de dificultad.
En cambio, ven los desafíos como oportunidades para crecer y aprender. Entienden que el fracaso no es un reflejo de su valor sino parte del camino hacia el éxito. Saben cómo recuperarse de los reveses, quitarse el polvo y seguir avanzando.
Esta resiliencia les da la confianza para mantenerse firmes, sabiendo que incluso si caen, tienen la fuerza para volver a levantarse. Cultivar la resiliencia no siempre es fácil, pero es un rasgo que puede marcar la diferencia cuando se trata de defendernos.
5) Practica el autocuidado
Puede parecer un cliché, pero cuidarse física, emocional y mentalmente es un rasgo clave de las mujeres que se defienden a sí mismas con confianza. Estas mujeres entienden que para poder luchar por sus derechos, primero deben cuidar de su propio bienestar. Tienen como prioridad nutrir sus cuerpos con una nutrición adecuada y ejercicio. También se aseguran de estar sanos mental y emocionalmente al tomarse el tiempo para relajarse, meditar o realizar actividades que aman.
Saben que descuidar el cuidado personal puede provocar agotamiento, lo que les dificulta defenderse cuando la situación lo exige. Al cuidar su bienestar general, se equipan con la energía y la fuerza necesarias para mantenerse firmes con confianza. En esencia, practicar el autocuidado no se trata sólo de mimarse a uno mismo; se trata de preservar la capacidad de uno para luchar por sus derechos y creencias.
6) Cree en tu valor
Una mujer que se defiende con confianza tiene una creencia profundamente arraigada en su valor. Sabe que merece respeto, amabilidad y amor, como cualquier otra persona. No permite que otros la degraden o la traten mal. Sabe que su valor no está determinado por cómo la perciben los demás sino por cómo ella se percibe a sí misma.
Creer en tu valor puede ser un viaje lleno de dudas e inseguridades. Pero una vez que encarnas esta creencia, puede ser transformadora. Cuando realmente crees en tu valor, no tolerarás que te traten menos de lo que mereces. Te defenderás cuando sea necesario y lo harás con confianza. Te darás cuenta de que tu voz importa, que tus sentimientos son válidos y que eres digno de ser escuchado. Se trata de amarte a ti mismo lo suficiente como para defenderte, incluso cuando sea difícil.
7) Busca crecimiento, no perfección
Las mujeres que se defienden a sí mismas con confianza no son perfeccionistas. Más bien, están orientadas al crecimiento. Recuerdo una época en la que me paralizó el miedo a no ser perfecto. Cada tarea debía realizarse impecablemente; cada decisión tenía que ser la correcta. Este miedo a la imperfección me hizo dudar a la hora de expresar mis opiniones o defenderme.
Pero luego me di cuenta de que la perfección es una ilusión. Es un estándar inalcanzable que sólo genera insatisfacción y dudas. Entonces, cambié mi enfoque de ser perfecto a crecer y aprender. Comencé a aceptar los errores como oportunidades de aprendizaje y los fracasos como peldaños hacia el éxito. Este cambio de perspectiva me dio la confianza para defenderme, sabiendo que incluso si cometo errores o enfrento reveses, seguiré adelante.
No se trata de ser perfecto; se trata de crecer, evolucionar y convertirnos en la mejor versión de nosotros mismos. Y esto sólo es posible aceptando nuestros defectos y aprendiendo de nuestros errores.
8) Sé empática
Estas mujeres comprenden y aprecian los sentimientos de los demás. Pueden ponerse en el lugar de otra persona, lo que les ayuda a comunicarse de forma eficaz y asertiva. Empatía no significa estar de acuerdo con todos o doblegarse a su voluntad. Más bien, significa comprender las perspectivas y emociones de otras personas y respetarlas, incluso si son diferentes a las suyas.
Esta comprensión les permite afrontar los conflictos con gracia y hacer valer sus necesidades sin ignorar los sentimientos de los demás. También les ayuda a construir relaciones sólidas y significativas basadas en el respeto y la comprensión mutuos. En esencia, la empatía dota a estas mujeres de la inteligencia emocional necesaria para defenderse a sí mismas con confianza y al mismo tiempo mantener el respeto por los demás.
9) Son valientes
Por encima de todo, estas mujeres son valientes. Entienden que se necesita valor para expresar sus opiniones, decir “no” cuando sea necesario, exigir respeto y defender su posición. El coraje no se trata de no tener miedo; se trata de actuar a pesar del miedo. Se trata de enfrentar los desafíos de frente y defender lo que uno cree, incluso cuando sea incómodo o aterrador.
Estas mujeres saben que el coraje es como un músculo; cuanto más lo usas, más fuerte se vuelve. Cada vez que se defienden, están ejercitando este músculo, lo que los hace aún más resilientes y seguros.
Pensamientos finales: es un viaje
Convertirse en una mujer que puede valerse por sí misma es un viaje, un proceso de crecimiento, autodescubrimiento y empoderamiento. Se trata de aceptar tu singularidad, nutrir tu confianza en ti mismo y aprender a decir “no”. Se trata de cultivar la resiliencia, practicar el cuidado personal y creer en tu valor.
Se trata de buscar el crecimiento por encima de la perfección, mostrar empatía y, lo más importante, ser valiente. Es importante reconocer que estos rasgos no son innatos. Se cultivan con el tiempo a través de experiencias, desafíos e introspección. Como dijo una vez Eleanor Roosevelt: “Nadie puede hacerte sentir inferior sin tu consentimiento”. El poder de defenderte con confianza está dentro de ti. Se trata de darte permiso para aceptar quién eres, expresar tus opiniones y hacer valer tus necesidades.